Beijing+30: La urgencia de la democracia paritaria

30 años después de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, ¿qué avances hemos logrado y qué desafíos persisten en relación con las mujeres y el poder político? ¿Cuántas mujeres hay en los parlamentos? ¿Y en las jefaturas de Estado y/o de Gobierno? ¿Qué tienen en común aquellos países que más han avanzado en este sentido?

Beijing 1995: un punto de inflexión por una democracia paritaria

En 2025 se cumplen 30 años de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing, un hito clave en la agenda internacional por la igualdad entre mujeres y hombres que identificó doce esferas prioritarias para alcanzar la igualdad real, entre ellas, la participación de las mujeres en los espacios de poder y toma de decisiones. Porque sin mujeres en los espacios de poder no hay democracia plena.

Este marco de Beijing de 1995 reunió a 17.000 participantes, incluyendo alrededor de 6.000 personas como delegadas gubernamentales procedentes de 189 países, 4.000 representantes de ONG acreditadas, funcionariado internacional y aproximadamente 4.000 periodistas (además, existió un foro paralelo de ONG que congregó a unas 30.000 personas). 

De la promesa a la realidad: mujeres en el parlamento, 1995-2025

El reciente informe “Mujeres en el Parlamento: 1995-2025” de la Unión Interparlamentaria (IPU) ofrece una radiografía contundente. En 1995, las mujeres ocupaban solo el 11,3 % de los escaños parlamentarios a nivel mundial. En 2025, esa cifra ha aumentado al 27,2 %. El progreso es evidente, pero sigue estando lejos de la paridad, considerada por organismos internacionales como el estándar mínimo de equidad democrática.
Además, aunque el porcentaje prácticamente se ha duplicado en estos 30 años, el ritmo de crecimiento parece que ha comenzado a ralentizarse. De hecho, el año 2024, denominado como el “superaño electoral” por la cantidad de elecciones legislativas celebradas (en 73 cámaras de 59 países), el número de mujeres parlamentarias apenas aumentó un 0,3%, el crecimiento más lento registrado desde 2017.

Un mapa desigual: brechas entre regiones y países

El informe de la IPU también señala marcadas diferencias regionales. Las Américas han sido la región con mayor avance desde 1995 (+22,7 puntos), seguidas por Europa (+18,6) y África Subsahariana (+17,3). Sin embargo, aún hay 19 países donde las mujeres no alcanzan ni el 10 % de representación parlamentaria. Y solo 6 países han logrado la paridad o la han superado.

Gráfico sobre la evolución de la representación de la mujer en la democracia durante 30 años, avanzando hacia ser más paritaria.

Entre estos últimos, destaca Ruanda, con un 63,8 % de mujeres en su cámara baja, un caso emblemático que muestra cómo las políticas afirmativas y las reformas estructurales pueden cambiar el escenario político de manera profunda.

¿Qué tienen en común los países que más han avanzado en este sentido? Sin duda, el diseño institucional influye de forma decisiva en la representación política. Según la IPU, existe una correlación clara: los sistemas electorales proporcionales y la aplicación de cuotas de género, tanto voluntarias como obligatorias, facilitan significativamente el acceso de las mujeres a los parlamentos. Pero eso sí, estas cuotas son eficaces en contextos donde la cultura política favorece su cumplimiento y/o donde existen sanciones por su incumplimiento. Además, las listas cerradas y bloqueadas permiten a los partidos incorporar criterios de paridad con mayor facilidad.

 

La cumbre del poder político sigue lejos

Más allá de la presencia cuantitativa, la representación de las mujeres en política debe evaluarse también en términos de representación sustantiva: es decir, su capacidad para influir en la agenda, en las decisiones legislativas y en los procesos institucionales. Por descontado, en su acceso no solo al poder legislativo sino también al poder ejecutivo.


En este sentido, la desigualdad en los parlamentos es solo la punta del iceberg. Si miramos hacia las jefaturas de Estado y de Gobierno, el desequilibrio es aún mayor: en 2025, solo alrededor del 7 % de estas jefaturas están ocupadas por mujeres. Actualmente, solo 17 mujeres ocupan una Jefatura de Estado (de un total de 151, excluidas las monarquías) y solo 19 mujeres ocupan una Jefatura de Gobierno (de 193 países).


En línea con lo anterior, menos de una de cada cuatro personas que ocupa una cartera ministerial es mujer (22,9 %) y, además, estas tienden a concentrarse en ministerios de ámbitos tradicionalmente feminizados (Igualdad, Derechos Humanos, Políticas Sociales) mientras que los hombres continúan siendo mayoritarios en áreas como Asuntos exteriores, Finanzas, Interior o Defensa.
Este dato refleja la persistencia del techo de cristal en los espacios de mayor poder político y obliga a preguntarnos qué pasa y cuáles son los obstáculos existentes, al menos en los sistemas democráticos y en el funcionamiento interno de sus partidos políticos.

En México en 2024, tuvieron al fin una presidenta mujer, Claudia Sheinbaum, en esta imagen, además de tener uno de los pocos parlamentos con paridad de género.

Las causas son estructurales, pero no desconocidas

Esta infrarrepresentación solo puede explicarse por una combinación de factores estructurales, de obstáculos persistentes que de manera informal (y también formal en algunos países), impiden la participación real y efectiva de las mujeres en los procesos de adopción de decisiones. Estos obstáculos principalmente pueden sintetizarse en:
Resistencias en los partidos políticos y culturas internas masculinizadas que dificultan la carrera política de las mujeres y la generación de redes de apoyo, así como una ausencia de estrategias internas de promoción de liderazgos de mujeres en los partidos.
Sesgos de género a nivel social y mediático sobre la “presidenciabilidad” o “alcaldabilidad” de mujeres y hombres: unos sí, otras no.
Violencia específica ejercida contra las políticas, independientemente de su ideología o afiliación partidista, que dificulta su día a día o directamente las expulsa del espacio público.
Por tanto, hace falta voluntad política, compromiso institucional y una transformación profunda de las estructuras de poder. También en España.

Objetivo: la democracia paritaria

Treinta años después de la Conferencia de Beijing, la pregunta ya no es si queremos avanzar hacia la democracia paritaria, sino qué se está dispuesto a hacer, sobre todo, los partidos políticos, pero también la sociedad.
La democracia paritaria, que ha adquirido un creciente protagonismo a lo largo de las últimas décadas, implica cuestiones cuantitativas (más mujeres en el poder ejecutivo y legislativo) y cuestiones cualitativas (transformación de la cultura política, liderazgos, participación en igualdad de condiciones, un cambio estructural de las dinámicas de poder…).
Por tanto, la paridad es una cuestión de justicia, incluso una meta simbólica. Pero, sobre todo, es un criterio de legitimidad y calidad democráticas. De hecho, excluir (aunque sea de manera indirecta) a la mitad de su ciudadanía del poder político supone un déficit democrático cuya consecuencia es la existencia de democracias incompletas.

¿Conoces ejemplos de mujeres que han tenido dificultades en su carrera política por el hecho de ser mujeres? ¿Crees que los partidos están haciendo todo lo suficiente para conseguir la democracia paritaria en España? ¿Saben identificar y desmontar los sesgos que aún operan en cada organización política? ¿Cumplen con la legislación vigente en igualdad?

¿Cumplen los partidos con la legislación vigente en igualdad?

¿Conoces ejemplos de mujeres que han tenido dificultades en su carrera política por el hecho de ser mujeres? ¿Crees que los partidos están haciendo todo lo suficiente para conseguir la democracia paritaria en España? ¿Saben identificar y desmontar los sesgos que aún operan en cada organización política?


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Autoría

  • Silvia Soto Ruiz

    Socia fundadora de EgaleCo Lab | Politóloga y consultora de igualdad, políticas públicas y participación ciudadana. Docente universitaria. Investigación social aplicada. Valoración de Puestos de Trabajo (VPT). Gestión de Talento, Recursos Humanos y Bienestar en en el Sector Público y Privado. Diseño e impartición de acciones formativas.

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